EL
RITO
Y EL SÍMBOLO
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Alegoría de la iniciación,
siglo XIX |
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El rito y el símbolo, que son el uno y el otro elementos esenciales de
toda iniciación, y que incluso, de una manera más general, se
encuentran asociados también invariablemente en todo lo que presenta
un carácter tradicional, están en realidad estrechamente ligados por
su naturaleza misma. En efecto, todo rito conlleva necesariamente un
sentido simbólico en todos sus elementos constitutivos, e,
inversamente, todo símbolo produce (y es a eso incluso a lo que está
esencialmente destinado), para aquel que lo medita con las aptitudes y
las disposiciones requeridas, unos efectos rigurosamente comparables a
los de los ritos propiamente dichos, bajo la reserva, bien entendido,
de que haya, en el punto de partida de este trabajo de meditación y
como condición previa, la transmisión iniciática regular, fuera de la
cual, por lo demás, los ritos no serían más que un vano simulacro, así
como ocurre en las parodias de la pseudoiniciación.
Si se quiere examinar más de cerca esta identidad profunda del rito y
del símbolo, se puede decir, primeramente, que el símbolo, entendido
como figuración «gráfica», así como lo es lo más ordinariamente, no es
en cierto modo más que la fijación de un gesto ritual. Un ejemplo
explícito de ello es el trazado de los yantras, en la tradición
hindú. Pero eso no es todo, ya que, a decir verdad, la noción del
símbolo a la que acabamos de referirnos es demasiado estrecha: no hay
solamente símbolos figurados o visuales y hay también símbolos sonoros
que son, en la doctrina hindú, el yantra y el mantra.
A eso se puede asimilar, en la antigua Masonería, el trazado del
«tablero de
la Logia»
(en inglés tracing board, y también, quizás por corrupción,
trestle board), el cual constituía efectivamente un verdadero
yantra. Los ritos en relación con la construcción de monumentos
con destino tradicional podrían citarse también aquí como ejemplo,
puesto que esos monumentos tenían necesariamente, en sí mismos, un
carácter simbólico.
No es, en suma, más que otra manera de expresar la misma cosa,
poniendo sólo más especialmente en evidencia el carácter que presenta
el rito de ser, como toda acción, algo que se cumple forzosamente en
el tiempo, mientras que el símbolo como tal puede ser considerado
desde un punto de vista «intemporal». En este sentido, se podría
hablar de una cierta preeminencia del símbolo en relación al rito;
pero rito y símbolo no son en el fondo más que dos aspectos de una
misma realidad; y ésta no es otra, en definitiva, que la
correspondencia que liga entre ellos todos los grados de la Existencia
universal, de tal suerte que, por ella, nuestro estado humano puede
ser puesto en comunicación con los estados superiores del Ser.
Extractado de: René Guénon, Apercepciones sobre
la Iniciación,
capítulo XVI.
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